ACRÓPOLIS
ACRÓPOLIS
Pedro Gandía
SYNOPSIS
Acropolis, the title of the poems, whose meaning refers to the highest and most fortified place in Greek cities, advances the key to their meaning, in the opening quotation which says: There are still some acropolis where you can take refuge. They will last as long as we do. In the face of the ugliness that invades our world, the poetic voice of the book, the poet, do not have anything left, in order to survive, but to take refuge in the highest of himself, his ivory tower; in his world of beauty, set in his ideal and in the memory of the time gone. Beauty as a refuge. The last refuge.
The book is divided into three parts: Sacred Rock, the first. The sacred rock refers to the heart of the acropolis ―here, the sacred Beauty―, which in Acropolis corresponds to that of the body. The second, Statues Memorial. For all poetry is elegiac, a song to the lost, a prayer to absence. And Rewriting, the last part, which opens with a quotation from Flaubert’s Salammbô: Un délire funèbre agitait Carthage… A delirium, a mournful raving, as in the old days to Carthage, agitates the city. There is no other way out for the poetic subject, in this time, than annihilation. And a desire to stop being impregnates the last poems. The book closes with a verse attributed to Emperor Hadrian by Marguerite Yourcenar, in the famous novel of memories dedicated to him: Natura deficit, fortune mutatur, deus omnia cernit. Nature betrays us, fortune changes, a god looks at things from high above.
Publisher: DVD, 2011, Barcelona (Spain)
ISBN: 978-84-92975-20-4
109 pp.
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POEMS
LÆTITIA TERRÆ
Más bello que la luz de Grecia,
efebo
de materia ideal.
Sobre caballo blanco,
su desnudo
incendia la Academia de Platón.
POETA TEBANO, HACIA EL 422 A. C.
He sido báculo de las musas, dulce
recipiente sonoro de himnos a los hombres
que, al son de flautas lidias, devenían
estatuas de dioses por mis versos.
Ahora, aquí, en Argos,
en el año noventa y seis de mi existencia,
solo abro ya la boca para cantar a Zeus
que, magnánimo, aún regala a mis ojos
la frescura y la gracia
de las brillantes formas adolescentes.
EN LA VOZ DEL AUTOR
LAUDAMIA A PROTESILAO SI, YA ESPECTROS, ESTE LE SALIERA AL ENCUENTRO
A qué vienes a mí, si el amor es ausencia.
Regresa a tus infiernos, y el mito signifique.
Cuando aquel dios sombrío te arrebató en batalla,
fui yo quien murió en Troya
bajo un cielo implacable de puñales helados.
Pero el último anhelo de nuestro juego trágico
cifró, en aquella estatua que mis manos soñaran,
nueva pasión.
Dormíamos la vida entrelazados,
ajenos a las voces de todos los amantes del pasado.
Volvió a negar Acasto nuestro vínculo
y te lanzó a las llamas.
Aun así, no acepté ver cerrado el destino
y entré al fuego a abrazarte y a ser contigo el humo.
Después de tanta muerte, aprendí la verdad
del amor:
estas pavesas.
EN LA VOZ DEL AUTOR
INSISTENCIA DE LA ILUSIÓN
Su ser es ya memoria sin progresión posible.
Un espacio vacío de estado silencioso
que retrae todo signo e idea que lo exprese.
Y todo es divergencia al intentar nombrarlo.
Si dura reducido a línea de ceniza
escrita o reflejada en un espejo roto,
un viento se levanta que niega su sentido.
Y queda de él la duda de una sombra borrada.
EN LA VOZ DEL AUTOR
AL ESPOSO SUPREMO
Deidad omnipotente que reptas por el limo,
bajo el fulgor fatídico de un cielo de hostias negras,
exaltado en tu frente el rubí del vacío:
descarga en mi tu rayo de venenosa esperma,
tus sombras me devoren para ser uno en ti.
ABOUT THIS WORK
"Pedro Gandía, experiencia plural" por Amador Palacios, ABC - 25/02/2012
"Uno se mata por la forma" por Ángel Huguet, DIARIO DEL ALTO ARAGÓN - 20/07/2011
Pedro Gandía es autor del poemario “Acrópolis” con el que ganó el XLIII Premio Internacional de Poesía “Hermanos Argensola”, convocado por el Ayuntamiento de Barbastro con una dotación económica de 6.000 euros y la publicación en Ediciones DVD. El poemario rompe la tónica habitual de las obras premiadas en los últimos años y en opinión de Pere Rovira, presidente del Jurado, “es un trabajo formal impecable, como se ha visto pocas veces, en una temática desafiante porque no oculta el tratamiento de la homosexualidad sin perjuicios”.
Es un autor de largo recorrido y artista multidisciplinar porque es pintor, escultor, fotógrafo, poeta, narrador, traductor, ensayista y crítico literario. Sus estancias en París entre 1974 y 1976 marcaron su educación literaria. Ha publicado ocho poemarios (1973 a 1999) y dos novelas, “Burdel” (2000) y “La Habana y después” (2011).
Además, ha conseguido el Premio de Poesía Ayuntamiento de Xirivella con “Amuatar” (1985), Ayuda a la Creación Literaria de la Generalitat de Valencia por “Acrópolis” (1990) y el Premio de Poesía Josep María Ribelles con el poemario “Hèl i xs” (1995). Apenas le da importancia a su trayectoria. “Son muchos años y hay que entretenerse poco a poco”.
El premio literario barbastrense lo “descubrió” por la red de internet y optó por presentar su poemario “Acrópolis”, que ya fue acreedora de una beca hace once años. “El actual que ha ganado el Hermanos Argensola no tiene casi nada que ver con el primero, porque lo he retocado muchas veces y al final, la transformación ha sido completa”.
Considera que el contenido llegará con facilidad a los lectores. “Tiene muchas connotaciones culturalistas pero no es necesario conocerlas para que ciertas imágenes te abran una ventana”. Reconoce el valor de su obra. “Uno se mata en la forma y si llega bien al público es de agradecer”.
La primera reacción cuando supo que había ganado su poemario fue de “indiferencia”, la misma sensación que cuando diez días antes publicó su segunda novela después de diez años. “Poco a poco le he dado el valor que tiene y es mucho por dos cosas: el reconocimiento a la obra y, sobre todo, porque me libero de más correcciones. Uno se mata por la forma y en mi caso concreto por el estilo”.
La trayectoria del “Hermanos Argensola” desde que Fernando Rodrigo ganó en el año 1969 con su poemario “Toman los rebaños del Somontano” no pasa desapercibida con 41 autores premiados (1969-2011) y dos años en que se declaró desierto (1977 y 1984). A pesar de esta longevidad, el autor reconoce que “no sabía nada” y después de conocer su historial reconoce que es un Premio “con mucho peso”.
A veces, las cosas no se buscan sino que se encuentran. “En este caso, encontré el Premio y al mismo tiempo, me encontró a mí. Además he descubierto en Barbastro un vino magnífico del Somontano, con un color rojo precioso, tal vez sea de los mejores tonos que he visto en mi vida. La calidad, excepcional”.